¿En qué pensamos cuando decimos que tenemos libre albedrío?
Nuestro libre albedrío reside en nuestra elección entre si queremos entregar nuestro corazón a las sendas del bien y el amor, que es la senda Divina, o no. Para poder entregar nuestro corazón, primero necesitamos saber que es lo éste contiene: necesitamos conocernos a nosotros mismos, nuestras virtudes y defectos, lo que nos hacer ser quienes somos.
Pero “conocernos a nosotros mismos” es una frase muy trillada, que ha perdido su profundo significado, que significa conocernos realmente, una de las respuestas a esta podría ser la meditación, pero una meditación activa, contemplativa, donde el objeto de nuestra meditación es sometido a un análisis profundo utilizando nuestras cualidades intelectuales que son la sabiduría, el conocimiento y la comprensión, en lugar de los tipos de meditación de las que estamos más familiarizados como lograr poner la mente en blanco o utilizar la imaginación para lograr nuestros objetivos.
Nos dice el afamado erudito contemporáneo el Rabí Itzjak Ginsburgh: “La esencia de la meditación judía (activa) es el esfuerzo concentrado del alma para buscar y encontrar a Dios en cada experiencia de nuestras vidas.”
Utilizando este tipo de meditación, podemos llegar a lo más profundo de nuestro ser, a conocernos intelectualmente y ser consientes del motivo de nuestra manera de pensar, de reaccionar, etc. al lograr esto, podemos entonces modificar nuestros sentimientos y por consiguiente, nuestro comportamiento. Más no se trata de tirar a la basura al viejo yo que no me gusta, sino refinar nuestros atributos, tanto los que nos gustan como los que no nos gustan.
Y al aunar a este esfuerzo con los siente principios universales, podemos llegar a vivir en paz y armonía con nuestros semejantes y la naturaleza que nos rodea y preparar al universo para este cambio tan esperado de la nueva era, la era de la nueva consciencia humana.
¿Y cuáles son estos principios*?
1. No idolatrarás.
2. No blasfemarás.
3. No asesinarás.
4. No cometerás adulterio.
5. No robarás.
6. No comerás un miembro extraído de un animal vivo.
7. Establecerás tribunales de justicia y enjuiciarás a los infractores.
Seguro ahora estarás pensando: “¿Así de fácil?, pues yo ya cumplo y he cumplido con todo, no necesito saber más” Saber que se dice fácil, pero en realidad es un arduo camino que solo valientes se atreven a seguir, pues es más fácil seguir cómodamente como hemos sido y que los demás se ocupen de cambiar.
Muchas personas piensan “yo solo no voy a cambiar al mundo, las cosas son como son y yo no puedo hacer nada al respecto, lo único que lograría es meterme en problemas y yo no tengo tiempo para eso.”
Más aquí hay una reflexión para aquellas personas: ¿Qué pasaría si yo me analizo, me refino y sigo estos principios?¿Qué pasaría si mi nuevo y refinado yo influencia a mi vecino… a su familia… su comunidad… su ciudad... país.. etc.?
* A estos principios se les conoce como El Pacto de Noé, las Siete Leyes de los Hijos de Noé (Noaj, transliterado del hebreo) o Los Siete Principios Noájidas.